Han pasado ya 11 años desde el accidente de moto que la dejó paralizada de cintura para abajo. Megan tenía 18 años por aquel entonces, y no sabía lo que el futuro le tenía preparado. Sin embargo, hoy se encuentra cumpliendo todos sus sueños: trabaja como profesional de la tecnología de asistencia, y ha ganado una medalla de oro en los Juegos Paralímpicos. Superarse a sí misma y dar lo mejor de sí es lo que la motiva día a día: “este deseo, combinado con la fe y el valor son, según mi opinión, las tres cosas que me han llevado donde estoy hoy”.
Megan Blunk sufrió un accidente de moto cuando iba en la parte trasera y salió despedida. Se rompió la espalda, otros 18 huesos, un pulmón se le colapsó y quedó paralizada de cintura para abajo.
A Megan siempre le había encantado practicar cualquier deporte y todo el mundo estaba seguro de que llegaría lejos en este mundo. Sin embargo, después del accidente entró en depresión y se arrepentía de todas las oportunidades que había dejado pasar. Pero ese pensamiento no dejó que se hundiera y siguió luchando cada día por lo que más le gustaba: el deporte. “No veía la luz al final del túnel, pero seguía levantándome cada mañana. Iba al gimnasio, al colegio, y cada noche lloraba hasta dormirme”.
Un año después del accidente, Megan Blunk descubrió el baloncesto en silla de ruedas, una segunda oportunidad que la llevó a lo más alto y que se convirtió en su nueva pasión, en su nuevo estilo de vida. Comenzó entrenando con su silla de ruedas de diario, ya que las especiales eran demasiado caras para ella. Pero nada la detenía. Finalmente, consiguió una silla de ruedas para jugar al baloncesto y asistió a un campamento de baloncesto en silla de ruedas con atletas de élite. Fue entonces cuando se le brindó la oportunidad de conseguir una beca en la Universidad de Illinois: “de repente fui capaz de ver la luz al final del túnel y supe que era posible alcanzarla. No tuve ninguna duda de que iba a hacer lo que fuera necesario para ir a los Juegos Paralímpicos”.
Y desde entonces trabajó duro, pasó horas y horas entrenando, hasta que consiguió su sueño en 2016. Fue en este año cuando Megan Blunk asistió a los Juegos Paralímpicos de Río como parte del equipo de Estados Unidos. Tantos años de trabajo, esfuerzo y constancia tuvieron su recompensa: el equipo ganó la medalla de oro. Megan es un ejemplo más de superación, un modelo a seguir que nos demuestra que todo es posible si estamos dispuestos a conseguirlo.